Érase una vez un limpiador de palabras. Quizá no lo sepáis,
pero en todos los países hay uno. Este que nos ocupa ejercía su carrera desde
muy joven, exactamente desde aquel día en que su padre, ya mayor, dejó de trabajar;
sí, es una profesión que se hereda de los padres, de los abuelos, bisabuelos,
tatarabuelos…. y así hasta épocas muy remotas.
En el ejercicio de su profesión barría palabras malsonantes, obsoletas…, el idioma debía estar limpio como el agua y resplandeciente como una mañana de verano.
Pero llegó el día en el que el trabajo le superó. Por mucho
que él limpiaba, las palabras feas iban y venían con todo descaro, así que decidió
abandonar y dedicarse a otra cosa.
Desde entonces, el vocabulario se hizo molesto, antipático, a
veces hasta fétido. Las palabras se enredaban unas con otras; muchos libros se rompían
porque llevaban palabrotas tan gordas que las pastas no podían soportar tanto peso.
Era insoportable ir por la calle: las tildes se amontonaban
en los rincones, las haches deambulaban sin saber a dónde ir y las eñes corrían
perseguidas por montones de ges y enes aliadas entre ellas.
En este ambiente, nuestro protagonista tuvo nostalgia de aquellos tiempos lejanos cuando las frases sonaban a música.
Se acordó de tantos años en los que su familia había luchado por mantener un lenguaje correcto y tuvo remordimiento de haberlo abandonado a su suerte.
Así que decidió volver a su antiguo trabajo. Y lo hizo, pero estaba todo patas por hombro, el trabajo se le había acumulado tanto que él solo no podía ponerlo al día, necesitaba ayuda.El problema es que no tenía dinero para pagar a ningún
ayudante, su profesión solo le daba para comer. Tenía que pensar algo.
Una noche, cuando ya todo el mundo estaba dormido y todo era tranquilidad tuvo una inspiración. ¡Eureka! Ya sabía cómo pagar a quien le ayudara. Pondría a la mañana siguiente un anuncio en el periódico con las condiciones, estaba seguro que sería un buen jornal.
Cientos de personas respondieron ese mismo día al reclamo y
todos ellos fueron contratados.
En poco tiempo el trabajo volvió a estar al día, ya todo era como antes, hasta las diéresis ocuparon sus lugares sobres las ues.
¿Qué cuál era el
sueldo? Todo aquel que le ayudara
recibiría bonitos verbos, tantos como horas hubieran trabajado, y así, al final
de la jornada, los ayudantes recibían verbos como amar, reír, bailar, abrazar…
Fue todo un éxito y el idioma volvió a lucir tanto como el
sol.
Que historia más preciosa amiga mía. Me ha maravillado. ¡Besos! Y gracias por hacernos soñar 😍
ResponderEliminarMargarita
EliminarHacer soñar, dibujar una sonrisa en la cara, enviar mensajes positivos, airear la imaginación de quien lee... eso es lo que pretendo.
BEsis.
¡Qué bonito!Me ha gustado un montón. He disfrutado como si fuera una niña. A veces echo de menos que publiques estos cuentecitos. ¡Son tan bonitos...!
ResponderEliminarUn abrazo
Rita
EliminarMe engorda lo que dices, hoy ya no ceno para compensar :))) GRACIASSSSSSSSSS
BEsis.
Magnífico. Vengo de tu otro blog, del que ya soy seguidor, y me apunto a este para no perderme nada, como dices en otra entrada, los blogs están un poco 'tocados'. Espero que nos sigamos en nuestros respectivos blogs y su actividad sea bienvenida. Te espero.
ResponderEliminarSaludos.
Pitt
EliminarYa estoy allí ;)
SAludos.
Manuela enhorabuena, me parece una iniciativa muy positiva y tu aportación, como siempre una maravilla.
ResponderEliminarUn saludo.
Ángel
ResponderEliminarCuando me hablaron del proyecto me encantó, me faltó tiempo para decir: SI :)))
SAludos.
Una preciosidad!
ResponderEliminarSi tuviera un peque ya se lo estaba leyendo...
Pero además es para mayores... porque es muy imaginativo y a mí me ha sacado una sonrisa. Me gustaría parecerme un poco a tu protagonista y sacar brillo y luz a cada una de mis palabras (escrita y dicha)
Un abrazo cordial :)
Volareda
EliminarHablar y escribir correctamente da brillantez a quien las pronuncia. O así lo veo yo.
BEsis :))
Qué hermoso relato Manuela. Me ha encantado!!
ResponderEliminarBesi8cos muchos.
LA CASA ENCENDIDA
EliminarBien !!! :)))
BEsis.
Me encanta eso de limpiador de palabras, casi parecido con el oficio que alguna vez desempeñé en un periódico de corrector de pruebas. Pero yendo al cuento, cuánta falta nos hace sacudirnos de palabras maledicentes, y construir palabras nuevas, distintas palabras, como lo dije en un poema, para que venga unas renovadas ganas de vida. Un abrazo desde mi cubil colombiano. Carlos
ResponderEliminarCarlos,
Eliminar"Palabras nuevas para renovar la ilusión en la vida", resulta bonito. La monotonía, que no lo cotidiano, es cierto que enturbian los días, los hace grises. Será cuestión de probar a crear nuevas palabras :)))
SAludos hasta Colombia !!!!!!
Felicidades. Es un cuento precioso, me lo guardo, con tu permiso, para contárselo a mi nieto.
ResponderEliminarUn saludo
Jesús
EliminarMe hace ilusión que se lo cuentes a tu nieto. Ojalá le guste.
SAludos !!!
Impecable Manuela, me ha encantado, da gusto leerte sin sobresaltos, no hay frase ni palabra que haga daño a los ojos.
ResponderEliminarUn abrazo.
El tejón,
ResponderEliminarJejeje, me alegro que te guste :))
BEsis.
Me ha gustado mucho este cuento que nos has dejado, la verdad que tener un buen lenguaje dice mucho, y con las nuevas tecnologías se ha perdido muchas palabras y otras las reemplazamos por las de fuera, cuando tenemos un lenguaje y vocabulario de los más enriquecedor. Un abrazo y felicidades por esta sección.
ResponderEliminarCampirela_
EliminarA mí me encanta cuando veo que la gente se expresa con un vocabulario extenso, dice las palabras correctas... es un lujo.
BEsis.
Es una historia preciosa, los cuento cuando van dedicados a los niños parece que llegan más al corazón.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cristina
EliminarDecimos que los cuentos infantiles son eso, cuentos para niños, pero es un error, son historias para quien las quiera leer. Yo cada vez encuentro a más gente adulta que les encanta leerlos :))
BEsis.
Que cuento tan bonito
ResponderEliminarLirtea,
EliminarJeje, sí, es bonito.
BEsis.
Tierno, pero con un trasfondo muy real. Falta hacen esos limpiadores de palabras.
ResponderEliminarUn abrazo
Nena Kosta
EliminarBienvenida a este lugar de fantasía. Aprovecho para decir a quien lea este comentario que tu blog es una maravilla, es arte puro.
SAludos.
Un cuento bellísimo y muy original, Manuela. Me lo he pasado muy bien leyéndolo. Y de paso he pensado que hoy día sigue haciendo falta unos cuantos limpiadores de palabras, je,je.
ResponderEliminarMis felicitaciones.
Un abrazo.
Josep
EliminarRealmente los limpiadores de palabras sería algo así como la RAE, pero con menos sofisticación :)))
BEsis.
Puedo?, dónde tengo que apuntarme?....
ResponderEliminarBonito cuento!
El Baile de Norte
EliminarJeje, Me alegro que te guste.
SAludos.
Un cuento bienvenido porque ilustra una necesidad para niños y sobre todo para adultos. No todo vale, en las publicaciones. Todos queremos aprender. Los niños son maestros, y nadie tiene derecho a confundir ni tergiversar lo que deben aprender, ni lo que quieren decir, ni siquiera el WhatsApp.
ResponderEliminarDe nota que estas muy atenta a lo que sucede y ni a tí ni a nadie, nos deja indiferentes.
Un abrazo y que el libro sea un éxito.
José Manuel
EliminarPues si, más arriba comento que yo admiro a todas las personas que tienen un discurso suelto y rico en vocabulario, siempre me ha llamado la atención, es más, por eso empecé a escribir, para conseguir una mejor oratoria.
SAludos.
Precioso cuento Manuela, lo compartiré con mis hijos, con quienes leo cada noche. Un gran abrazo.
ResponderEliminarLady,
EliminarBien !!!! de eso se trata, de que os guste y se lo contéis a niños y mayores.
BEsis.
Fabulous blog
ResponderEliminarGracias, Manuela, por tan exquisito regalo. Me ha encantado este relato y la forma como lo has hilvanado, hasta llegar a ese final feliz y esperanzador, de que aún siguen ahí, esos limpiadores de palabras.
ResponderEliminarUn beso, estimada amiga.
Precioso cuento Manuela. Has ido plasmando de manera muy bella esa necesidad de expresarse con un vocabulario rico y fluido.
ResponderEliminarCada día hacen más falta limpiadores de palabras que protejan este tesoro.
me ha encantado.
Saludos.
Eu tirei o dia para seguir
ResponderEliminaros blogs que eu gosto e o
seu eu adoro. ESTOU SEGUINDO.
Se você gostar do meu, SIGA-
ME TAMBÉM.
Um beijo.
Hola, Manuela.
ResponderEliminarUn cuento precioso. Hasta el título es bonito... Limpiador de palabras. La verdad es que en ocasiones se necesita un limpiador de palabras. Y lo que también me ha gustado mucho es la recompensa por ayudar a limpiar. abrazar..
Te felicito.
Ah, tienes mi permiso para subir mi enlace a Twitter. Yo no tengo esa página, pues con el blog y el Facebook es suficiente para mí, ya que me cuesta navegar por las redes sociales.
Un abrazo.
me gusta como escribes estoy esperando tu foto y tu nuevo libro besos
ResponderEliminarRECOMENZAR
ResponderEliminarMe has hecho reír. No se me ha olvidado que dije que pondría una foto donde aparecería yo con mi libro en la mano, y yo lo que digo... Será mi felicitación navideña :))) :)))
Muy simpático escrito. Me agradó.
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